Cuatro micrófonos en el centro, unas ranas blancas estiradas en el suelo como si fueran cuatro cadáveres, una serie de tarjetas con palabras y conceptos bien aleatorios con una pelea del tarot y las cartas del Dixit al lado, un ataúd de madera al fondo. Éste ha sido el escenario de la sala de ensayo de El Canal durante la penúltima semana de marzo, y es que la compañía Ninyas de papá ha venido a hacer una residencia para trabajar su nuevo proyecto todavía muy embrionario: F.O.M.O de mí funeral.
Ellas son cuatro chicas jóvenes, Berta Cardona, Carla Font, Raquel Díez y Julia Roch, con las ideas muy firmes y un discurso muy claro. Se conocieron en el Grado en Artes Escénicas de la Escuela Universitaria de las Artes ERAM de Salt y con el Trabajo de Fin de Grado hicieron nacer la primera pieza de este proyecto, Cosas a hacer para que me escuchen; desnudarme, morir, una pieza que ya apuntaba maneras: ofrece al público un suicidio colectivo y pone sobre la mesa la insensibilización actual ante muchas injusticias políticas y sociales, «este mundo podrido», en palabras de Font. «También hay una parte de autocrítica: como generación nos quejamos y reivindicamos, pero realmente cuando nos preguntan qué cambio queremos no lo sabemos del todo», explica Font.
Después de dar vueltas por Menorca, Lleida, Girona y Madrid con esta primera obra, ahora están cociendo un nuevo proyecto. La necesidad de hablar de otro tema y viendo que muchos de los materiales generados por la anterior pieza estaban muy vinculados con la muerte, con aspectos oscuros y con el mundo del fallecimiento, hizo que el nacimiento de F.O.M.O de mi funeral fuera consecuencia natural, casi necesaria, para las artistas. Este nuevo proyecto se encuentra todavía en una fase muy embrionaria, pero algo está claro: el contexto de la pieza será la ceremonia fúnebre, el entierro, dentro de la cultura judeocristiana. Partiendo de este punto, las artistas se encuentran ahora en plena fase de experimentación y de exploración de conceptos como la culpa, de los rituales que hay en torno a la muerte, de las convenciones y todo lo que ocurre cuando alguien muere , qué implica la muerte a nivel social pero también a nivel físico, del cuerpo —dejas de existir—, qué implica un duelo y cómo se acompaña. “Por mucho que las nuevas generaciones crezcan más alejadas de la religión, la sociedad sigue teniendo ese trasfondo de culpa. Y nos interesa investigarlo”, afirman las artistas.
En esta semana de residencia de marzo la compañía está en proceso de apertura de creación. Aún no tienen una historia cerrada, tan sólo el contexto desde el que trabajar: la muerte y todas estas convenciones que le rodean. Más adelante, en junio volverán a El Canal para realizar un cierre de este proceso. Las artistas se mueven en el teatro posdramático: no buscan contar una historia clásica con un inicio, un nudo y un desenlace, sino que crean un contexto donde situar al público ya partir del cual hacen nacer cápsulas para tocar diversos temas y puntos de vista. Su intención de estos días es crear material, investigar lo que les interesa, probar escenas de improvisación para ver qué funciona y qué no, escribir posibles textos y hacer una selección de material.
El mismo nombre de la compañía, Ninyas de papá, es ya una declaración de intenciones y al mismo tiempo una autocrítica. La expresión, que hace referencia a la figura de la niña consentida, es una autorreferencia a las integrantes del grupo: “Somos conscientes de qué lugar estamos explicando las cosas, un lugar de bastante privilegio. Somos cuatro chicas blancas, cuyos padres nos han pagado una carrera y podemos continuar con este proyecto porque tenemos este apoyo”, afirma Cardona. Reivindican que el mundo está podrido pero siendo muy conscientes de que ellas no se están muriendo de hambre y por eso a menudo en sus obras se ridiculizan y se retratan a sí mismas en el escenario. Al mismo tiempo, este “papá” que se cierne sobre su nombre artístico es también una referencia a la mirada masculina que siempre se hace presente en sus proyectos escénicos.
Niñas de papá son, por tanto, cuatro chicas que suben al escenario y se quejan de muchas cosas pero al mismo tiempo dejan claro que fuera de allí son consentidas y que lo tienen casi todo. Por eso en sus proyectos escénicos entra un punto de autoficción importante. Trabajan desde el no-personaje. Cuando salen a escena son ellas mismas, con el mismo nombre y juegan por mezclar realidad y ficción. Buscan crear la duda, que el público se pregunte si lo que está pasando es improvisado, si es ficción o es real. «Nos gusta hacer dudar al público de qué está pasando realmente y qué está dentro y qué está fuera de la obra», afirma Font.
La voluntad de incomodar de este colectivo se hace evidente desde el inicio, pero no suben al escenario con un discurso moral aleccionador. «Decimos cosas duras pero nos incluimos nosotros también en esta realidad», afirma Cardona. Sueltan crítica hacia fuera, hacia el público, pero también hacia adentro, hacia sí mismas. Para la compañía, el teatro debe ser un espacio donde reflexionar, donde no dejar al espectador indiferente, hacerle pensar y que se cuestione cosas. «Si sólo hemos conseguido que una persona haya salido del teatro pensando que hay algo de su vida que quizás hay que revisar, para mí el trabajo está hecho», afirma Font. Sus proyectos van a buscar el límite de lo incómodo, soportable, paíble, para el público. Por otra parte, las artistas siempre tienen en cuenta al espectador. En sus proyectos éste siempre tiene una función, es alguien. En este nuevo proyecto, los espectadores serán las personas que asistirán a su entierro y, como tales, tendrán un rol.
La mezcla de todos estos elementos —crítica social, política y cultural, autoficción y autocrítica, humor e interpelación directa— consigue que cuando esta compañía pisa el escenario, la sala se tambalee y los corazones se sacudan. “Lo interesante del teatro es que sea una experiencia que te descuadre, que no te esperabas, que haya una interpelación directa”, afirman convencidas. Pese a ser muy jóvenes, su determinación es firme y sus mensajes claros y directos.