Compañía AzkonaToloza
Situadas a medio camino entre el mar Mediterráneo, los Pirineos y el desierto de Atacama (Chile), Laida Azkona Goñi y Toloza Toloza-Fernández son un pareja de artistas dedicada a la realización de proyectos de artes vivas.
Interesadas en las infifintas posibilidades de la poesía y la antropología visual, la videocreación lofi, la performance y el movimiento, sus últimas creaciones se centran en la relectura de la historia oficial y la creación documental pensada para escena. Entendiendo como escena desde la sala de una casa de ópera hasta la inmesidad de un salar altiplánico.
Cuerpos Celestes
Residencia mayo 2024
Como ya es habitual en el trabajo de AzkonaToloza, Cuerpos Celestes nace de algunas preguntas que quedaron sin respuestas en las pieza anteriores.
Tras ocho años recorriendo Abya Yala de la mano de la Trilogía Pacífico, en busca de las grietas dejadas por el colonialismo y la barbarie capitalista sobre la vida en el planeta, buceando en las consecuencias del extractivismo desregulado y en las relaciones geopolíticas que enraízan todo esto, las preguntas se agolpaban: y ahora, ¿qué? ¿hacia dónde vamos? ¿Qué superficie debemos rastrear? ¿Qué voces debemos escuchar? Y la primera pista se encontraba en el último verso de Teatro Amazonas: “Ahora, lo que toca es frenar y escuchar”.
Porque la escucha fue el punto de partida del nuevo viaje que la compañía emprendió con Canto Mineral, pieza que abrió FALLA, una serie de trabajos de investigación documental, realidad especulativa y ciencia ficción por la que ahora navegan los artistas. Después de años prestando atención a voces y relatos humanos, ahora ¿a quién tocaría escuchar? ¿Y si no fuesen los humanos? Ni los animales, ni los árboles son los que tendrán la última palabra, como escribió Joan Brossa. ¿Y si fuesen las piedras, los minerales o las ondas electromagnéticas? Y en esto consiste el primer gesto del proyecto: en apartar lo humano del centro de la escena para situar allí lo mineral. Para escuchar como nuestras voces entran en diálogo con el crujir de las piedras y las frecuencias de los movimientos satelitales.
Porque los sistemas de clasificación jerárquica de la naturaleza, que sitúan lo mineral en el extremo opuesto inferior a lo humano, derivan en una explotación descontrolada sobre los recursos minerales del planeta y cuerpos celestes. La barbarie mineral. En medio de esta emergencia climática, ¿no nos ayudaría reconocer que el carbono es la base de la vida? ¿O que el calcio, el fósforo y el potasio son sólo tres de los catorce minerales esenciales para el funcionamiento del cuerpo humano?
¿Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los sistemas geológicos no son vivientes? ¿Y qué las estrellas y planetas que nos orbitan no lo son? ¿Estamos preparadas para ver cómo el magma se transforma en sangre? ¿Para ver cómo nuestro cuerpo se transforma en roca? Una roca que no deja de vibrar, crujir y agrietarse. Una roca dura que baila sin parar, en medio del temblor.